La integridad es ordenada a partir de la decisión personal de actuar según disposiciones divinas, solo puede ser integro quien está dispuesto a honrar a Dios a través de sus ejecutorias. La razón básica de por qué no podemos ser íntegros se debe a que muy pocos han decidido tener a Dios ha estado vinculado en algunos de los códigos éticos más significativos y sus valores se encuentran integrados en otros principios cuándo este no es nombrado explícitamente. La integridad como principio ético está vinculado con la valoración de la honestidad, el respeto y la transparencia en las interacciones profesionales. En ética, la integridad considera la veracidad y transparencia de las acciones personales, por tanto, se opone a la falsedad o el engaño. Cuando éste es requerido en la intervención o indagación, se deben cumplir las condiciones previstas por la tradición en ética aplicada. Los valores morales nos dicen si algo es bueno o malo, los valores éticos nos dicen si algo es correcto o incorrecto, debido o indebido. En relación con nuestro comportamiento debemos responder qué es bueno, o qué es lo correcto o lo debido.
Igualmente, de acuerdo
con el marco de integridad, una violación de la integridad se refiere al
comportamiento que viola los valores y normas morales relevantes.
La integridad es el valor
que garantiza todos los demás valores. Somos personas buenas o personas
íntegras en la medida en que somos auténticos; es decir, en la medida en que
vivimos la vida de acuerdo con nuestros valores, especialmente, los más altos
que nos proponemos.
Así, ser íntegro es ser
la persona que uno dice que es. Básicamente, se trata de la coherencia y la
consistencia de acciones, valores, métodos, medidas, principios, expectativas y
resultados.
Esto plantea un desafío
para muchos, ya que no existen modelos adecuados. Sobre todo, en la educación,
en el entorno personal
Cuando hablamos de ser
fieles a nosotros mismos, nos referimos a la autenticidad de nuestro ser más íntimo.
Esto es, vivir en verdad con nosotros mismos y con cada persona en nuestra
vida. Porque sólo una persona que vive de acuerdo con sus virtudes más elevadas
está viviendo una vida de integridad.
La integridad no tiene
topes, no podemos decir mi integridad llega hasta aquí y ahí se termina. Por
tanto, llevar una vida integra conlleva elevar continuamente los propios
estándares.