domingo, 24 de septiembre de 2023

Estoicismo

 El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo iii a. C.​ Es una filosofía de ética personal basada en su sistema lógico y sus puntos de vista sobre el mundo natural. Los estoicos creían que todo alrededor operaba según una ley de causa y efecto, resultando en una estructura racional del universo. Pensaban que «no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos» en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva.

Su doctrina filosófica estaba basada en el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón del carácter personal. Como seres racionales, su objetivo era alcanzar, basándose en la tolerancia y autocontrol, la eudaimonía (felicidad o bienaventuranza) y la sabiduría en aceptar el momento tal como se presenta, al no dejarse dominar por el deseo de placer o por el miedo al dolor, por usar la mente para comprender el mundo y hacer su parte en el plan de la naturaleza prescindiendo de los bienes materiales, trabajar juntos y tratar a los demás de manera justa y equitativa.

Los estoicos son especialmente conocidos por enseñar que «la virtud es el único bien» para los seres humanos, y que esas cosas externas, como la salud, la riqueza y el placer, no son buenas o malas en sí mismas (adiaforía), pero tienen valor como «material para que la virtud actúe». Junto a la ética aristotélica, la tradición estoica constituye uno de los principales enfoques fundacionales de la ética de las virtudes. ​Los estoicos también sostenían que ciertas emociones destructivas eran el resultado de errores de juicio, y creían que las personas deberían apuntar a mantener una voluntad (llamada prohairesis) que esté «de acuerdo con la naturaleza». Debido a esto, los estoicos pensaron que la mejor indicación de la filosofía de un individuo no era lo que una persona decía sino cómo se comportaba una persona.​ Para vivir una buena vida, uno tenía que entender las reglas del orden natural ya que pensaban que todo estaba enraizado en la naturaleza.

Muchos estoicos, como Séneca y Epicteto, enfatizaron que debido a que «la virtud es suficiente para la felicidad», un sabio sería emocionalmente resistente a la desgracia. Esta creencia es similar al significado de la frase «calma estoica», aunque la frase no incluye los puntos de vista estoicos «éticos radicales» de que solo un sabio puede ser considerado verdaderamente libre y que todas las corrupciones morales son igualmente viciosas.

Etimología/Origen

El estoicismo se conoció originalmente como «zenonismo», en honor al fundador Zenón de Citio. Sin embargo, este nombre pronto se abandonó, probablemente porque los estoicos no consideraban que sus fundadores fueran perfectamente sabios y para evitar el riesgo de que la filosofía se convirtiera en un culto a la personalidad.​ El nombre «estoicismo» deriva del Stoa Poikile (griego antiguo: ἡ ποικίλη στοά), o «pórtico pintado», una columnata decorada con escenas de batallas míticas e históricas, en el lado norte del Ágora de Atenas, donde Zenón y sus seguidores se reunían para discutir sus ideas.

Ética: La moral estoica

Al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y formar parte el hombre del logos universal, la libertad no puede consistir más que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba fundamentalmente en vivir conforme a la naturaleza. Para ello, el hombre debe conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad.

El bien y la virtud consisten, por tanto, en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones (pathos), que no son sino desviaciones de nuestra propia naturaleza racional. La pasión es lo contrario que la razón, es algo que sucede y que no se puede controlar, por lo tanto debe evitarse. Los estoicos solían reducir las pasiones al placer, la tristeza, el dolor y el temor; estas reacciones deben dominarse a través del autocontrol ejercitado por la razón. Por lo cual se nos plantea un ejercicio simple: ante la turbación por una situación que genera inconformidad en el ser, se debe analizar la situación y preguntarse ¿depende de mí? Si no, se debe aceptar y comprender que todo lo que ocurre es parte de un proyecto cósmico. Si la respuesta es sí, se puede razonar una solución que devuelva al ser la impasibilidad (apátheia, de la cual deriva apatía)36​ y la imperturbabilidad (ataraxia).

De esto se concluye que las pasiones, como el dolor, son inevitables pero el sufrimiento es opcional. El ser sufre por la manera en la que juzga los eventos que le suceden. Por lo tanto, solo los ignorantes desconocen el logos universal y se dejan arrastrar por sus pasiones. Y el sabio ideal es aquel que vive conforme a la razón, está libre de pasiones y se considera ciudadano del mundo. El cosmopolitismo, que defiende la igualdad y solidaridad de los hombres.



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